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CÓMO DEJAR DE COMPARARTE CON LOS DEMÁS

Las comparaciones sociales son inevitables y están en todos lados. Te comparas con tus amigas, con personas de tu entorno cercano o con esa chica que sigues en Instagram y que se pasa viajando… ¿Cómo hace? ¡Qué envidia!

En este articulo te cuento sobre la comparación social, el papel que cumplen las redes sociales y los efectos tanto positivos como negativos de la comparación. Para que aprendas a reconocer cuándo la excesiva comparación con los demás empieza a afectar tu estado de ánimo.

Comparación social. estrés.

¿Quién no ha escuchado decir que las comparaciones son odiosas? Probablemente todas, pero la verdad es que no siempre es así. Mientras que algunas comparaciones son beneficiosas y nos motivan a ir por nuestras metas, otras afectan seriamente la percepción que tenemos de nosotras y nuestro estado de ánimo.

Los seres humanos somos criaturas principalmente sociales con la imperiosa necesidad de conocernos, de buscar información que sea relevante para construir nuestra identidad y para evaluar nuestro rol y la posición que ocupamos dentro de las múltiples relaciones que tenemos.

Básicamente, necesitamos saber quiénes somos, qué rol cumplimos y si nos va mejor o peor que a las demás personas.

TEORÍA DE LA COMPARACIÓN SOCIAL

De acuerdo a la teoría de la comparación social de Leon Festinger (1954) usamos a las otras personas como fuentes de información que nos ayuda a evaluar nuestras propias actitudes y aptitudes cuando no es posible la comparación con normas objetivas (Gómez-Jacinto, 2005).

A veces estas comparaciones son muy útiles, porque te motivan a alcanzar un objetivo más ambicioso o mejorar un punto débil. Digamos, por ejemplo, que eres principiante tocando un instrumento o acabas de comenzar un emprendimiento; observar el trabajo de personas a las que admiras, y son mejores que tú en eso, te motivará a esforzarte más para alcanzar tú también ese nivel de experticia.

Otras veces, las comparaciones sociales nos hacen sentir mejor sobre alguna situación difícil por la que estemos pasando. Cuando te sientes desdichada porque las cosas no salen como quieres o no tienes todo lo que quisieras, observar a otras personas en una situación peor que la tuya puede hacerte sentir más agradecida por tu realidad, y ya no te sientes taaaan mal.

Sin embargo, mientras más te compares más posibilidades hay de que esa comparación te traiga consecuencias negativas. Principalmente cuando tu autoestima se encuentra muy atada a qué tan bien o mal te encuentres respecto a otras personas.

Comparación descendente o hacia abajo

Existen dos tipos de comparaciones. La comparación descendente o hacia abajo es cuando nos comparamos con una persona que creemos que se encuentra en una situación de desventaja respecto a nosotras.

Por ejemplo, puede que te sientas mal porque te dieron el trabajo de tus sueños, pero tu amiga quedó afuera de la selección. O porque estás superenamorada, mientras que tu prima se acaba de separar.

Una podría pensar que este tipo de comparación nos haría sentir mejor con nuestra vida, y a veces es cierto, pero este tipo de comparación también puede provocar culpa, la necesidad de hacer frente a la envidia o al resentimiento ajeno, o el miedo de que nos pase lo mismo (¿seré la siguiente?).

Comparación ascendente o hacia arriba

Por otro lado, la comparación ascendente o hacia arriba es cuando nos comparamos con una persona que pensamos que posee algo (belleza, dinero, simpatía, talento y un infinito etcétera) de lo que nosotras carecemos. Esa carencia nos hace sentir, obviamente, muy inferiores. Este es el tipo de comparación que genera sentimientos de disgusto, impotencia y baja autoestima.

Compararse con otras personas, o como a mí me gusta decirle: la comparativitis, se ganó un lugar en el podio de las 10 distorsiones cognitivas que generan más estrés. La constante comparación genera pensamientos irracionales que, de alguna manera, te harán sentir que no estás a la altura, que te quedas atrás o que no tienes lo suficiente.

Someter el amor propio al proceso de la comparación social es una receta infalible para cocinar una baja autoestima.

Comparacion ascendente o hacia arriba
Cuando te comparas hacia arriba te sientes disminuida.

COMPARACIÓN Y EL PAPEL DE LAS REDES SOCIALES

Gracias a la proliferación de redes sociales, hoy en día nos podemos mantener conectadas con nuestros amigues y familiares de una manera muy conveniente. Aplicaciones como Facebook e Instagram nos ayudan a trascender los límites físicos y fronteras para conectarnos con las personas que queremos, hacer amigues nuevos o darnos a conocer e impulsar negocios. ¡Gracias, globalización!

Sin embargo, también es importante mencionar que el uso excesivo e inconsciente de las redes sociales puede ser un arma de doble filo. Este tipo de uso está asociado a una autovaloración y bienestar disminuidos, y con una mayor vulnerabilidad a la depresión y ansiedad.

Un estudio realizado por Schmuck y cols. (2019) examinó la influencia de las redes sociales en la comparación social ascendente, la autoestima y el bienestar general de los usuarios adultos.

Encontraron que el uso pasivo de las redes sociales puede conllevar a la comparación social ascendente. Los usuarios pasivos son aquellos que suelen desplazarse por los perfiles y las publicaciones que otros realizan, pero sin crear contenido propio. Al ser un observador pasivo de la vida de otros, no solo no se proporciona la conexión social que la red social ofrece, sino que se genera el temor de no estar llevando la vida tan bien como lo hacen otros.

Este tipo de comparación ascendente está asociado con la aparición de ansiedad y el estado de ánimo deprimido, y afecta negativamente la autoestima y el bienestar subjetivo.

Las redes sociales permiten hacer estas comparaciones simplemente porque la gente publica sus mejores momentos. No podemos perder de vista que, por lo general, las personas no publican sus fracasos, frustraciones ni los obstáculos con los que se encuentran. No publican sus miedos, preocupaciones o lo que les causa ansiedad. En las redes somos todas amor, salud y éxito… ¡sí, claro!

¿TE CARCOME LA ENVIDIA?

envidia

Por otro lado, de la comparación negativa también se derivan sentimientos de envidia y frustración. Sí, ese pinchacito que te hace sentir vulnerable, que te muestra lo que deseas a la vez que susurra «nunca lo tendrás», es otro resultado negativo de la comparación social que disminuye tu satisfacción con la vida.

Según Sonja Lyubomirsky (2008), las personas más felices se alegran de que a los demás les vaya bien y se preocupan cuando fracasan. Pero, por el contrario, la típica persona infeliz es alguien que se deprime con los logros y los éxitos de otros, y se tranquiliza, en lugar de compadecerse, con sus fracasos.

El punto es que, según esta autora, no se puede ser envidiosa y feliz al mismo tiempo, y los que prestan demasiada atención a las comparaciones sociales se sienten siempre vulnerables, amenazados e inseguros.

Sin embargo, si bien en su forma más fea, la envidia conlleva a la infelicidad, insatisfacción y desprecio, visto desde una óptica más iluminada, la envidia también puede representar una clave muy importante para llevar a la consciencia nuestros más profundos anhelos.

Recuerdo el momento exacto en el que sentí ese conocido pinchazo de envidia años atrás. Un conocido me contó que su novia se iba a un país nórdico a estudiar una maestría y yo me quedé pensando «wooow… qué genial sería poder hacerlo», pero automáticamente vinieron a mi mente todas las razones por las cuales esa meta estaba fuera de mi alcance, y eso obviamente hizo que me sintiera bastante mal con mi vida. Caí en la cuenta de que la realidad que estaba viviendo no era la que yo quería vivir.

El punto es que, cuando esa idea se metió en mi mente y empecé a dirigir mi atención, a generar las circunstancias adecuadas para conseguirlo (recibirme, ahorrar dinero, especializarme, juntar la documentación necesaria, etc.), esa meta dejó de parecerme tan inalcanzable. Al final, luego de algunos fracasos y frustraciones en el medio, me mudé a Madrid y comencé la maestría que quería. Hoy puedo decir que vivo la realidad que deseo vivir y ya no siento envidia de las personas que realizan sus sueños. Bueno… casi nunca.

CÓMO LIBRARSE DE LAS COMPARACIONES SOCIALES

En mi experiencia, dejar de hacer comparaciones sociales ha sido, y sigue siendo, un desafío. Sinceramente, no es fácil. Aprendemos desde chicas a competir, a mirar a la de al lado para ver qué tiene, cómo lo tiene y por qué lo tiene. Aprendemos que tenemos que vivir de acuerdo a los tiempos de los otros: «Fulanita ya sentó cabeza, ¿y tú para cuándo?»; «Sultana ya se recibió, ¿y tú cuándo?».

La comparación social está muy arraigada a nuestra cultura y nuestra conducta. Algo que en los tiempos de Instagram y Facebook parece haber empeorado.

Si eres de las personas que utilizan las redes sociales de manera pasiva, como lo era yo, entonces la recomendación obvia es que dejes de usarlas. Trata de monitorear cómo te sientes luego de usarlas, presta atención a los sentimientos que aparecen, a cómo te ves, cómo evalúas tu vida luego de una sesión de media hora mirando la vida de otros.

Si tus sentimientos con respecto a ti misma no cambian, si te aceptas y te valoras más allá de no poseer el cuerpo que crees perfecto, la vida soñada, la pareja ideal, etc., entonces continúa como de costumbre.

Si, por el contrario, luego de pasarte 30 minutos desplazándote por la pantalla comienzan a aparecer sentimientos de desazón, de falta de capacidad o habilidades, aparecen la inseguridad o desesperanza por tu futuro, entonces hazte el gran favor de cerrar la aplicación y enfocarte en lo que importa.

Para que consigas dejar de compararte negativamente, te propongo dos estrategias que van de la mano.

Cortar

En primer lugar, debes liberarte de las garras de la comparación. Cuando percibas que aparece ese sentimiento insidioso que te hace sentir menos que la vecina que acaba de cambiar el auto, recuerda que la vida no es una competencia y déjalo pasar.

Y si no puedes dejarlo pasar, entonces distraete. Parece una estrategia demasiado sencilla, pero es verdaderamente útil cuando tus pensamientos comienzan a llevarte por lugares escabrosos.

Cuando percibas la aparición de esos patrones de pensamiento, cambia el cableado de tu cerebro al enfocarte conscientemente en otra cosa, en lugar de quedar enganchada a los pensamientos que el piloto automático te trae.

Llevar tu atención a lo que estás pensando y sintiendo activa la corteza prefrontal y pone en funcionamiento las actividades de vigilancia y discriminación de pensamientos. Si quieres conocer más acerca del modo piloto automático y cómo salir de él con mindfulness, te invito a leer este artículo.

«La mente es como un cielo, y la envidia es solo una nube pasando» (Mindful.org, 2016).

La mente es como un cielo y la envidia es solo una nube pasando.

Actuar

En segundo lugar, tienes que observarte a ti misma y a tu vida en general desde una nueva perspectiva. Cuando te comparas con otra persona y comienzas a sentirte mal por todo lo que ella tiene y tú no, pregúntate si eso a lo que aspiras es realmente adecuado para ti, trata de imaginar cómo te sentirías si pudieras acceder a eso.

Si de verdad lo quieres y es posible conseguirlo (si no depende de tu genética, por ejemplo) entonces el pinchazo de envidia que sientes te está mostrando dónde quisieras estar. Apunta a eso y no te distraigas.

Entiende que la vida no es una competencia y todas deseamos cosas distintas. Hay algunas que quieren tener una familia, otras dedicarse a conocer el mundo, algunas quieren tener un negocio exitoso y otras serían felices viviendo del arte cerca del mar.

Sea lo que sea que quieras, toma las riendas de tu vida, ve por tus sueños y ya no sentirás la necesidad de compararte con nadie. Utilizarás la comparación únicamente como una guía para saber a dónde apuntar y cómo llegar a eso, y no para castigarte.

CONCLUSIÓN

La comparación social bien puede motivarte a mejorar y guiarte hacia tus metas, o bien puede afectar negativamente tu autoestima y bienestar subjetivo, sobre todo la comparación ascendente.

Por lo tanto, si buscas alcanzar una autoestima saludable, es recomendable que dejes de compararte de forma negativa, castigándote por no ser tan —inserte su inseguridad favorita aquí— como todas las demás parecen ser.

Monitorea cómo te sientes cuando uses las redes sociales, principalmente si eres usuaria pasiva, y si empiezas a sentir el bichito de la inseguridad y la envidia recuerda dos cosas: 1. Tu camino es único y no debes rendir cuentas a nadie. 2. Pregúntate qué quieres y cómo puedes conseguirlo, e ¡inténtalo!

Saludos,
Nati

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