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¿QUÉ ES EL ESTRÉS?

Hoy en día todo parece estar relacionado al estrés pero pocos saben qué es realmente. En este artículo te cuento sobre la función del estrés, sus tipos de respuesta, y cuándo comienza a convertirse en un problema para tu salud.

El estrés no parece tener una definición específica, e incluso algunos autores comparan esta dificultad para definirlo con la que genera definir la felicidad, que todos parecen saber lo que es, pero no hay un consenso sobre su definición.

Aun así, hay algo que tenemos muy claro sobre el estrés y es que se trata del conjunto de respuestas fisiológicas, emocionales y comportamentales que ocurren frente una demanda externa.

El estrés aparece en situaciones puntuales que nos requieren de mayor atención, implicación o rapidez de nuestra parte, y nos permite reaccionar adecuadamente a ellas. Es una reacción adaptativa del organismo que nos prepara para afrontar situaciones que son importantes para nosotras.

La respuesta de estrés es la que te permite correr de un león, concentrarte para un examen o enfrentarte a esa molesta tía que no para de preguntarte por qué sigues sin novio…

Entonces, vamos a ver que el estrés se compone de tres elementos fundamentales:

  • Por un lado, el estresor, que se refiere a aquello que causa la respuesta del estrés; puede ser una mudanza, una fecha límite, una relación tensa, la tía indeseable o un león…
  • En segundo lugar, la evaluación del estresor y los recursos que se tienen para hacerle frente. Esta evaluación puede ser tanto consciente como inconsciente, y va a definir qué tanto estrés vamos a sentir frente a la situación. Aquí te dejo un artículo en el que explico el importante papel que cumplen los pensamientos en la respuesta del estrés.
  • Y, por último, la respuesta del estrés, que son las consecuencias que el estresor y nuestros pensamientos sobre este generan a nivel fisiológico, emocional y comportamental. Los músculos se tensan, la respiración se vuelve superficial, sientes la agitación y el pánico al ver que se acerca… ¡Señora, déjeme en paz!

El punto es que, ante situaciones adversas o desafiantes, los seres humanos y los animales contamos con un repertorio de respuestas que están dirigidas a mantener una función protectora con el fin de la supervivencia y adaptación.

La respuesta del estrés tiene una función meramente evolutiva. Es lo que nos ha mantenido vivos y nos permite adaptar a nuevas circunstancias.

Así que como ves, no es taaaan malo.

ESTRÉS AGUDO O EUSTRÉS

El estrés es el modo de emergencia del organismo
El estrés es la respuesta de emergencia, pensada para funcionar en períodos de tiempo acotados.

Si te pido que me digas qué representa para ti el estrés, apostaría un unicornio a que tu respuesta va a ser algo así como: «El estado de preocupación, irritabilidad, temor y frustración cuando percibo que no puedo manejar adecuadamente las situaciones adversas de la vida diaria»… Bueno, está bien, tal vez que no taaaan así.

Pero es probable que no tengas en cuenta la emoción que se siente al estar en la fila de una montaña rusa, el entusiasmo cuando comienzas un viaje o las cosquillas en el estómago cuando te enamoras… awwww.

Y esto se debe a que cuando escuchamos hablar de estrés es en un sentido muy negativo.

A pesar de que no siempre lo veas así, el estrés aparece para darte esa motivación y energía extra cuando quieres salirte un poco de tu zona de comodidad, o para hacerle frente a un desafío que te estimula para la obtención de metas. Este tipo de estrés es de tipo agudo y es la forma más común de estrés.

Surge de las exigencias y presiones del pasado reciente y de las exigencias y presiones anticipadas del futuro cercano. El estrés agudo es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero cuando es demasiado resulta agotador.

Es por esto que muchos autores distinguen dos tipos de estrés; el eustrés, que se refiere al estrés positivo o agudo, ese que te ayuda a superar obstáculos y superarte, y el distrés, que se refiere al estrés crónico o negativo, ese que te agobia, desgasta y puede dañar gravemente tu salud.

Pero ¿cómo pasamos de una respuesta adaptativa y positiva a un estado negativo?

ESTRÉS CRÓNICO O DISTRÉS

estrés crónico o distrés
Los factores estresantes de la vida se van acumulando y cronificando, haciendo cada vez más difícil lidiar con ellos.

De acuerdo al Manual de usuario del ser humano (ese que me acabo de inventar), el chiste con el estrés es que, una vez solucionado el problema u obstáculo, la presión desaparece y el organismo recupera su equilibrio.

Esta es una respuesta de emergencia pensada para funcionar en períodos de tiempo acotados.

Como mencioné anteriormente, las personas experimentamos estrés principalmente cuando tenemos la necesidad de adaptarnos a una situación nueva o de dar una respuesta para la que aún no nos sentimos preparados. Y si algo caracteriza nuestras vidas en estos días es el incesante cambio.

Estamos en un estado continuo de flujo, sentimos que tenemos menos control sobre nuestras vidas, vivimos con más incertidumbre, a menudo nos sentimos abrumadas o, incluso, amenazadas por los cambios y las exigencias.

Dicho de otra forma, el estrés es lo que experimentamos cuando creemos que no podemos hacerle frente con eficacia a una situación que se nos presenta como potencialmente amenazante. Si ves un evento o situación como solo un poco desafiante, sentirás solo un poco de estrés; sin embargo, si percibes que una situación o evento es amenazante o abrumador, tal vez sientas mucho estrés.

Asimismo, lo que aumenta aún más el estado de estrés es que los factores estresantes de la vida se van acumulando y haciendo crónicos.

Es como intentar hacer malabares sin entrenamiento. Puedes hacerlo con dos pelotas sin ningún problema, tal vez con tres todavía sientas que puedes, pero ¿qué pasa cuando agregas una cuarta o una quinta pelota?

Múltiples estresores crean un estado de estrés resultante que es mucho mayor que la suma de sus partes. Fácilmente comienzas a sentirte abrumada.

Y cuando ese estado se prolonga, cuando lo percibes como interminable y crees que no vas a poder hacerle frente a tantas demandas…, aparece el lado feo del estrés, que se conoce clínicamente como distrés emocional y comúnmente como «¡No puedo mááás!».

El distrés emocional es un estado marcado por sentimientos que varían en intensidad, desde tristeza, inseguridad, confusión y preocupación, hasta la experiencia de síntomas mucho más severos como, por ejemplo, trastornos de ansiedad, depresión, ira, aislamiento social y pérdida de esperanza (Moscoso, 2014).

Dicho estado, causado por la experiencia de estrés crónico, produce un impacto negativo en el sistema nervioso central (SNC), que produce cambios neurofisiológicos y un desbalance hormonal que afecta a los sistemas endocrino e inmune, propicia así el desarrollo de un significativo número de enfermedades de carácter sistémico, mejor conocidas como las enfermedades del siglo XXI: obesidad, depresión, fibromialgia, artritis reumatoide, fatiga crónica, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, asma y cáncer, solo por incluir las más comunes (Moscoso, 2014).

Por otro lado, la experiencia del estrés crónico también facilita la adquisición de estilos de vida poco saludables, como el consumo excesivo de calorías o grasas, la adicción al cigarrillo o exceso de alcohol, que contribuyen a empeorar la situación de distrés emocional de la persona, de manera que se genera una especie de círculo vicioso.

Si quieres conocer más sobre el estrés crónico y sus consecuencias para la salud, aquí te dejo un artículo que te puede interesar.

Eustrés vs Distrés

RESPUESTAS DEL ESTRÉS

RESPUESTA FISIOLÓGICA

La respuesta fisiológica del estrés es la comúnmente conocida como de lucha o huida, y ha sido fundamental para preservar la especie; refiere a los cambios que acontecen en el organismo con el fin de prepararlo para una posible amenaza. El modo lucha o huida nos pone en estado de emergencia que nos ayuda a sobrevivir y adaptarnos.

Imagina que eres un humano en tiempos remotos. Un día cualquiera te encuentras en la sabana recolectando frutos. De repente percibes la presencia de un león.

Sin ser consciente de esto, tu cerebro ya está activando el modo de emergencia, liberando cortisol y adrenalina, las hormonas del estrés que preparan tu cuerpo para huir o luchar. La presión arterial aumenta, tu ritmo cardíaco se acelera, los músculos se contraen, tu respiración se vuelve superficial, tus palmas sudan y tus pupilas se dilatan. Estas más atenta al entorno, preparada para defenderte o huir (lo más sensato en esta situación). Finalmente huyes y te pones a salvo.

Si pudieras ver lo que sucede debajo de la superficie, podrías comprender cómo suceden estos cambios. Tu sistema nervioso simpático, una de las dos ramas del sistema nervioso autónomo, produce cambios en tu cuerpo. El hipotálamo, una pequeña porción del cerebro ubicada sobre el tronco encefálico, estimula la hipófisis, una glándula pequeña cerca de la base del cerebro, liberando una hormona en el torrente sanguíneo llamada hormona adrenocorticotrópica (ACTH). Cuando esa hormona llega a las glándulas suprarrenales, estas a su vez producen más adrenalina y otras hormonas llamadas glucocorticoides, como el cortisol (Elkin, 2013).

Este efecto dominó bioquímico origina una serie de cambios más notorios en tu cuerpo:

  • Tu ritmo cardíaco se acelera y la presión arterial aumenta. (Más sangre se bombea a los músculos y pulmones.)
  • Respiras más rápido y tus fosas nasales se dilatan, causando un aumento del suministro de aire.
  • Tu digestión se ralentiza. ¿Quién puede pensar en comer?
  • Tu sangre se dirige lejos de la piel y órganos internos, derivándola al cerebro y músculos esqueléticos. Tus músculos se tensan. Te sientes más fuerte, lista para la acción.
  • Tu sangre se coagula con mayor facilidad para reparar cualquier daño en las arterias.
  • Tus pupilas se dilatan, para que veas mejor.
  • Tu hígado convierte el glucógeno en glucosa, que se une con ácidos grasos para proporcionarte combustible rápidamente.

En resumen, cuando experimentas estrés, todo tu cuerpo sufre una dramática serie de cambios fisiológicos que te preparan para sobrevivir a una emergencia.

El estrés, en su momento, era la forma en que la naturaleza nos mantenía con vida.

En la vida moderna sería extraño encontrarnos con un león, pero esa reacción que mantuvo con vida al humano primitivo sigue operando en nosotros. Entonces, a pesar de que en las sociedades actuales los estresores son cada vez menos del tipo vida o muerte, y más del tipo «mi jefe es odioso» o «no llego a tiempo con una entrega», nuestro cuerpo sigue activando la misma respuesta de emergencia, simplemente porque lo percibe como una amenaza.

RESPUESTA EMOCIONAL

Ahora imagina que tienes que dar una presentación en público. Estás frente al auditorio preparándote para comenzar, pero notas que no tienes tus apuntes y recuerdas que los dejaste sobre el escritorio antes de salir. Enseguida comienzas a sentir cambios físicos y emocionales. Tus manos sudan, tu corazón se comienza a acelerar, tu respiración se vuelve más rápida y superficial, te mareas levemente, tu estómago se contrae. Probablemente esta sensación te resulte muy conocida y la hayas vivido muchas veces.

De acuerdo al modelo del Lazarus y Folkman, la percepción del potencial estresor como tal es fundamental para activar o no la respuesta del estrés. Es decir, el estímulo externo deberá ser percibido como una amenaza para que se active la respuesta emocional (Moscoso, 2010).

Frente a un potencial estresor, olvidarse las notas antes de una presentación importante, el cerebro evaluará en primer lugar si se trata de una posible amenaza o no (evaluación primaria). Y en segundo lugar, deberá evaluar si los recursos con los que cuenta, tanto personales como sociales, económicos o institucionales, son suficientes para afrontar esa demanda de manera eficaz (evaluación secundaria). Es en función de la evaluación cognitiva que una situación sea percibida como un desafío o como una amenaza.

Aunque tu primer instinto sea salir corriendo, si consideras que cuentas con los recursos suficientes para hacer frente a la situación, entonces los pondrás en marcha. Tal vez recuerdes que tienes tus notas en la nube y puedas recuperarlas, o confíes que practicaste lo suficiente y con un poco de esfuerzo extra lo vas a hacer bien. En ese caso terminas con sentimientos de logro y eficacia. ¡Yo puedo, sííí! (O al menos lo intenté.)

Sin embargo, también es posible que evalúes tus recursos de manera muy negativa y, al no creer que puedes hacer frente a la situación, te veas totalmente desbordada. Tu capacidad de afrontamiento se deteriora, generando una respuesta que puede ser ansiosa, caótica y desordenada, o la simple inactividad. Comienzas a sentir la angustia y la ansiedad al anticipar la amenaza y tu incapacidad para hacerle frente.

Este proceso de evaluación cognitiva se retroalimenta con cada situación de potencial estrés, por lo que está ligado estrechamente a la historia personal. Los fracasos previos deterioran la valoración de los recursos propios como eficaces. Aumenta la evaluación de las situaciones como amenazantes y disminuye la capacidad de afrontamiento, apareciendo mecanismos menos eficaces como la evitación, rumiación o desesperanza, que pueden derivar en cuadros clínicos como depresión o ansiedad.

RESPUESTA COMPORTAMENTAL

Un nuevo paradigma en el estudio del estrés toma en cuenta el estilo de vida del individuo, además de los factores ambientales, culturales, actitudinales y rasgos de personalidad, como mediadores y moduladores de la respuesta fisiológica del estrés y su proceso de cronicidad.

Frente a la experiencia diaria de estresores, nuestro comportamiento puede permitirnos escoger un estilo de vida saludable que favorezca la reducción del estrés y lograr un buen nivel de calidad de vida. O, por el contrario, también se puede asumir un estilo de vida que ayude a acentuar y experimentar un mayor nivel de distrés emocional, contribuyendo al desarrollo de un patrón de conducta caracterizado por reacciones emocionales y síntomas de estrés crónico, como fumar y tomar alcohol en exceso, el elevado consumo de calorías y grasas saturadas, la falta de entrenamiento físico, las largas horas de trabajo, el aislamiento social y una gran falta de actividades relacionadas con la relajación y el descanso corporal (Moscoso, 2010).

Próximamente haré un artículo en el que profundizaré sobre las estrategias de afrontamiento positivo para la regulación del estrés, ya que es un tema que merece tener su propio post (además, este artículo ya esta demasiado largo, ¡uf!).

CONCLUSIÓN

El estrés agudo aparece en situaciones puntuales que nos requieren de mayor atención, implicación o rapidez de nuestra parte, y nos permite reaccionar adecuadamente a ellas. Esta es una reacción adaptativa del organismo que nos prepara para afrontar situaciones que son importantes para nosotras.

Sin embargo, lo que habitualmente conocemos como estrés aparece cuando creemos que no podemos hacerle frente de manera eficiente a las demandas de la vida, y estas se van acumulando hasta provocar el estado de estrés crónico o distrés emocional, que te agobia, desgasta y puede dañar seriamente tu salud.

La respuesta del estrés comprende, además, tres aspectos diferenciados que se conjugan de una manera particular en cada persona, teniendo en cuenta su historia con la situación estresante, su capacidad autopercibida para responder y los mecanismos de afrontamiento que haya ido aprendiendo a lo largo de su vida.

Estos aspectos son la respuesta emocional, refiere a la evaluación cognitiva de la situación y su consecuente reacción, la respuesta neurofisiológica que prepara al cuerpo para contestar ante el estresor (lucha o huida), y la respuesta comportamental, que refiere a las acciones o comportamientos que la persona lleva adelante para afrontar la situación estresante, y que, frente a la aparición de estrés crónico, pueden ayudar a mejorar o empeorar la sensación de estrés percibido.

¡Saludos!
Nati

REFERENCIAS

  • Elkin, A. (2013). Stress Management For Dummies (2.a ed.). John Wiley & Sons, Inc.
  • Los distintos tipos de estrés. (s. f.). https://www.apa.org. Recuperado 16 de julio de 2020, de https://www.apa.org/centrodeapoyo/tipos
  • Moscoso, Manolete S. (2010). El estrés crónico y la Terapia Cognitiva Centrada en Mindfulness: Una nueva dimensión en psiconeuroinmunología. Persona, (13),11-29. [fecha de Consulta 1 de Junio de 2020]. ISSN: 1560-6139. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1471/147118212001
  • Moscoso, Manolete (2014). El estudio científico del estrés crónico en neurociencias y psicooncología. Persona, (17),53-70.[fecha de Consulta 22 de Mayo de 2020]. ISSN: 1560-6139. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oaid=1471/147137147003

12 Comments

  • Leticia

    FELICITACIONES NATI!!!!!!! Me encantó no tenía idea cuanto podríamos llegar a saber y entender un poco más con respecto al stress muy interesante y claro !!!!! Muchas gracias!!!! Saludos

    • natiperr

      Muchas gracias por el comentario Leticia! Sin duda que es cada vez más necesario entender cómo el estrés influye en nuestra vida! En los próximos artículos iré profundizando en las diversas formas para aliviar el estrés del día a día. Saludos!

  • Gabriela Cáceres

    Lo volví a leer y esta frase me resonó mucho con mi historia y presente…………la demanda de la vida, si bien es una elección cómo tomarla a veces dura toda una vida transitarlo aunque haga terapia o utilice otras herramientas. En definitiva todo es responsabilidad de uno

    Sin embargo, lo que habitualmente conocemos como estrés aparece cuando creemos que no podemos hacerle frente de manera eficiente a las demandas de la vida, y estas se van acumulando hasta provocar el estado de estrés crónico o distrés emocional, que te agobia, desgasta y puede dañar seriamente tu salud.

    • natiperr

      Hola Gabriela! El estrés es una respuesta normal frente a muchas situaciones, principalmente cuando se transitan cambios a los que debemos adaptarnos. Sin embargo, se vuelve problemático cuando creemos que no tenemos las herramientas o la capacidad para adaptarnos a esos cambios, y el estrés permanece y se agrava. Es muy importante que continúes buscando la forma de hacerle frente al estrés y a las situaciones que lo provocan. Cambiar esa situación no siempre es posible, pero mirarla con otros ojos, adquirir otro punto de vista, si es posible. Muchas gracias por tu comentario. Saludos!

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